Finalizada la guerra civil, paso a ser gestionado por Luis Cabezas Puzo y los hermanos Gratacós Comas. Abrió nuevamente la programación como cine Chile, el miércoles, 8 de febrero de 1939, con la proyección de “El hombre de los brillantes” y “Alias Dinamita”. |
Después de su reapertura, durante los primeros tiempos compagino el local como sala cinematográfica, y como local propagandístico de Falange Española y de las JONS, organizando sesiones especiales gratuitas y mítines para sus militantes. |
El lunes 8 de noviembre de 1954, incorporó una pantalla “Miracle Mirror”, para poder proyectar películas en Cinemascope, que fue inaugurada proyectando “La Túnica Sagrada”. |
En 1962 después de las inundaciones sufridas por Barcelona y la comarca del Valles, se unió a la iniciativa de varios cines para realizar una programación en favor de los damnificados el día 2 de octubre. |
El domingo de resurrección 14 de abril de 1963, programaba en exclusiva en el sector, en unión con el cine Tetuan, “Un, dos, tres” y puños de hierro”.
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El 12 de abril de 1970, (entonces como Paseo del General Mola 28), cerró sus puertas con la proyección de “Abrázame y sáciame de besos” y “Fedra West”
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En 1974, sus propietarios, estudiaron la posibilidad de construir un hotel y una multisalas con tres cines, para lo cual pidieron un proyecto a los arquitectos José Puig Torné y José María Esquius, que finalmente fue rechazado
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En noviembre de 1984, en unas declaraciones realizadas por Joan Reventós, dirigente socialista, en su despacho en la embajada de España en París, hacia las siguientes declaraciones con motivo de la presentación de su libro “Amb un altre nom” en la que comentaba su época de clandestinidad junto a sus amigos Edmón Vallés y Ramón Porqueras.
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Vallés y Porqueras tenían pasión por acudir a las sesiones cinematográficas del hoy desaparecido cine Chile. En realidad, según se ha ido sabiendo luego, el cine Chile les interesaba más como lugar de conspiración que como centro de formación cinematográfica
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El domingo 18 de mayo del 2008 Joan de Sagarra escribía un artículo en La Vanguardia, sobre el bar del cine Chile, conocido como “La Canela”, del que era un cliente asiduo.
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