En 1881, Eduardo Conde, Ricardo Gomez y Pablo del Puerto. Fundan una empresa con el nombre de “Conde, Puerto y Cía” instalando una tienda en lo que entonces se denominaba Rambla de los Estudios, nº 5 y el nº 10-12 de la calle Xuclà, En 1912 murió Pablo del Puerto y como era lçogico cambio la denominación de la misma quedando solo como “Conde y Cía.”, pero como las cosas iban cambiando con el tiempo en 1921, la convirtieron en Sociedad anónima y paso de llamarse “Grandes Almacenes El Siglo”, Siglo, S. A.. |
Como la aceptación era grande, ampliaron los almacenes al número 3 y 7 de las Ramblas, tenían entonces una superficie de 2.500 metros cuadrados y una plantilla de 1.050 empleados en la tienda, aparte de unos 600 trabajadores indirectos en los distintos talleres de confección y fabricas que les suministraban una parte los los productos. Poseían una flota para el reparto a domicilio de las cosas pesadas calculada en 25 camiones. La publicidad era un elemento que cuidaban al detalle ya que había que incitar a los ciudadanos a visitarlos, para ello realizaban una tirada de 30.000 catálogos anuales, fueron los primeros en regalar los clásicos globos con el logotipo a los hijos de los clientes un atractivo en aquellas fechas ya que los niños salían con el globito de la mano, se carcula que eran cerca de 100.000 globos los que se repartían anualmente como obsequio. |
Con la adquisición de los nuevos edificios, había adquirido los de Ramblas 3,5 y 7, Xuclà 10,12 y14 y el 1 de la plaza del Buensuceso, encargaron al arquitecto Leocadio Olivarria, la remodelación del edificio de 7 plantas y una superficie total de 33.860 metros cuadrados, en aquel había una cafetería restaurante, para el descanso de sus clientes. |
El domingo 25 de diciembre de 1932 (día de Navidad), cuando las familias se preparaban para la comida de Navidad, la voz de alarma sonaba en los cuarteles de bomberos de la ciudad, los “Almacenes El Siglo” estaban ardiendo, uno de los cronistas mejores de la Barcelona de antes, Lluis Permanyer, comenta lo siguiente: |
En uno de los escaparates del comercio tenían, a modo de atracción comercial, un pequeño tren en miniatura que lo recorría entre los artículos expuestos. Con el fin de darle más realismo, se cargaron algunos vagones con carbón y pequeños paquetes simulando regalos. A la hora de cerrar el local, se les olvidó apagar la locomotora que continuó dando vueltas y más vueltas a su recorrido. El exceso de peso de sus vagones provocó un sobrecalentamiento del motor del tren hasta que se incendió. Ese pequeño fuego pasó a las cortinas del escaparate, a los artículos, a las estanterías de madera y así hasta incendiar todo el edificio en uno de los incendios más notables que se recuerda en Barcelona.
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