En 1223, sufrió una ampliación gracias a la cesión de unas casas levantándose un nuevo convento, gracias a la ayuda económica del Rey Jaime I. En dicho lugar existía una capilla dedicada a Santa Catalina, que dio nombre definitivamente al convento. En 1275 se realizó el rosetón de la fachada principal. En el siglo XVI se construyó un nuevo claustro con unas dimensiones similares al anterior. Nuevamente en 1601 la mayor asistencia de feligreses a los actos religiosos aconsejo su ampliación. La iglesia, estaba orientada a la calle Colomines, con entrada por la plaza de Santa Catalina y el ábside con el altar en la parte de la calle Giralt Pellisser, como la mayoría de iglesias de la época, en los laterales de la misma si habían construido pequeñas capillas dedicadas a diferentes advocaciones. |
Aunque sufrió serios desperfectos durante el asedio de 1714, no fue hasta el año 1820, que el convento sufrió un importante deterioro, la ciudad poco a poco iba tomando forma y las autoridades municipales decidieron continuar abriendo la calle Freixures que empezaba en la Baja de San Pedro hasta la Plaza de Santa Catalina, lo que provoco la desaparición de la biblioteca y el segundo claustro, desapareciendo el convento y quedando la iglesia como edificio parroquial, lo que provoco la expulsión de los monjes dominicos. |
Nuevamente en 1824, con los nuevos acontecimientos políticos, se decide el retorno de la comunidad, rehabilitando los anexos que habían quedado al lado de la iglesia y construyendo otros nuevos para el retorno de los dominicos. Un incendio en 25 de julio de 1835, durante la quema de conventos que sufrió Barcelona, daña gravemente el edificio y gran parte del mobiliario del mismo, se especula en iniciar una nueva restauración integral, la cual no llega ya que el ayuntamiento decide derribarlo en 1837 y levantar nuevos equipamientos para el barrio que concluyen con la construcción del primitivo Mercado de Santa Catalina en 1845. |
Posteriormente en 1997 se decidió modernizar el mercado trasladándolo provisionalmente al Paseo Lluis Companys hasta su finalización en 2004. Con motivo de la reforma por parte de los arquitectos: Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, se descubrieron durante su derribo restos del antiguo convento, que paralizaron las obras durante un tiempo, los cuales pueden contemplarse actualmente en el subsuelo del mercado. |